Sexo con la ciudad
Sintió su corazón detenerse por un segundo. La vio por primera vez, y supo que estaban hechas para estar juntas. En sus adentros, Jackie se decía “no puedo creerlo, al fin llegué”. Desde que podía recordar había estado enamorada de esa ciudad que veía en películas y series, algo la llamaba y al fin había podido responder al llamado. Mientras cruzaba el punte que lleva a San Francisco se quedó muda, mientras su tío le contaba sobre la primera vez que él había visitado el lugar; en realidad, ella no lo escuchaba, estaba enfocada en absorber los olores y paisajes urbanos, mientras en la radio sonaba, muy ad hoc, American Boy de Estelle.
Esa primera noche fue de reconocimiento, como dos amantes en la primera cita, cuando el roce de sus manos despierta una excitación nueva, Jackie dispuso todos sus sentidos a aprender a conocer a esta nueva aliada.
A la mañana siguiente, después de un desayuno rápido en compañía de su tio, Jackie se entregó sin dudarlo, se dejó guiar por esas calles; sin tener un plan definido recorrió callejones y avenidas como quien busca los puntos erogenos del otro, en busca de suspiros y exclamaciones de placer; conoció y se reconoció en tantos lugares, subiendo y bajando lomas, paseando por los muelles, sintiendo el beso húmedo que le daba la ciudad con la brisa marina.
Continua...
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