CONVOCATORIA

Este blog pretende reunir un trabajo colectivo de escritores convocados a través de nuevas tecnologías como Facebook y Twitter.
Las Historias Rosas de Alcoba son narraciones románticas con un tinte erótico que se pretenden entrelazar en una sola historia. Si te interesa unirte a este proyecto envía tu historia a ruletaurbana@gmail.com.
Bases:
Letra Arial 12
Doble espacio
Máximo 12 cuartillas

sábado, 9 de enero de 2010

Por Laura Muller

Alguien que no recuerdo me dijo que tuviera cuidado con lo que pedía frente al lienzo de la virgen de Guadalupe. Yo, recién llegada del Norte del país no me fíe de un consejo chilango y sentada en una de las bancas de madera baje mi rostro y me incline al frente. Cerré los ojos y desde lo más profundo de mi corazón pedí a la virgen que Alberto nunca se alejara de mi.
Nunca he sido una mujer agraciada. Hija de padre español y madre mexicana. Desde pequeña sufro de una deformación progresiva de los músculos del cuerpo lo que algunas veces me ha orillado al uso de muletas. La interminable búsqueda de duchas calientes para amortiguar el dolor las acompaño de sensacionales hierbas prohibidas que me hacen olvidar. He buscado alivio en muchos médicos he tenido fe en toda clase de tratamientos y agujas. Nunca imagine que el amor, el descontrolado enamoramiento que sentía fuera la milagrosa cura a mi enfermedad. Cuando se ama todo parece pasar en cámara lenta. El tiempo pasa despacio. La sonrisa ilumina tu rostro. Tus ojos tienen un brillo incandescente. Mi cuerpo sufría un descontrol químico que funcionaba como adrenalina haciendo parece a mi padecer algo lejano y ajeno. Ese viento que se escucha tras la ventana. El impetuoso rayo del sol del cual te escondes bajo la sobra. El maldito amor que nos sube a la cima del universo. El remedio que mis músculo y huesos buscaban se encontraban justó ahí. Más allá del sol. En el ultimo recóndito planeta. Desde tierra podía observar a Alberto e imaginar que me amaba. Solo desde mi fantasía podía transpórtame a sus brazos y escucharlo susurrar a mi oído que me deseaba y quería permanecer a mi lado. Para siempre.
La realidad era diferente. Alberto nunca se fijaría en mi. Se encontraba en otra galaxia. En el planeta perfección. Rodeado de mujeres hermosas y perfectas como el. Lo único que podría llamarle la atención de mi serían las muletas con las que hoy llegue a la universidad. Me siento mal. He caído del sol para aterrizar en tierra dura al verlo besándose en una de las bancas con una hermosa chica de cabello castaño. Mi corazón ha sido exprimido como un limón. Pero que absurda soy. Estas fantasías solo me hacen daño. Me destruyen. Aún más de lo que estoy. Deje caer unas lagrimas al situarme en mi realidad y camine rumbo al salón de clases equilibrando la bolsa donde cargaba los libros sobre el hombro mientras bajo el mismo hombro sostenía la muleta.
Me senté al frente. Me sentía agotada, era mejor ahí. Mi vista solo tendría espacio para el profesor y no perdería la atención observando cada movimiento de Alberto. Así pasaron los días tras mi desilusión amorosa. Lo exámenes y clases fueron arrancados junto con las hojas del calendario pero mi dolor permaneció ahí. Mejor dicho mis dos dolores. El físico y el del corazón.
Odiaba la clase de guionismo. Mi imaginación no era mucha. Yo solo quería dirigir una camara y sentir las imágenes plasmarse. No contar una historia. ¿Que historia podría yo tener?.
Y ahí en esa tan odiada clase nació mi historia. Historia que hoy narro en la búsqueda de entender el amor. En la eterna marcha de una mujer que necesita respuestas. Que no entiende como el destino te puede dar sorpresas tan inesperadas. Que no encuentra razón en la devota oración que un día profeso desde lo más profundo de su corazón frente al lienzo de la virgen de Guadalupe. Una mujer que por el resto de sus días carga con un milagro ya no deseado.

Odiaba la clase de guionismo. Mi imaginación no era mucha. Yo solo quería dirigir una cámara y sentir las imágenes plasmarse, poder crear a través de la lente vidas interesantes, aventuras, pasión, alegría. Quería poner en pantalla todo lo que yo no encontraba en mi existencia. ¿Guionismo? Como sería yo capaz de crear algo interesante si mi vida era tan patética.

Y ahí en esa tan odiada clase nació mi historia. Historia que hoy narro en la búsqueda de entender el amor. En la eterna marcha de una mujer que necesita respuestas.

Sorpresa mayor no me pude llevar cuando vi que Alberto sería mi compañero de proyecto. Su nombre estaba bajo el mío en el pizarrón de los avisos. Mi corazón brinco casi hasta salir por mi boca. Las manos me comenzaron a sudar y comencé a sentir un cosquilleo por todo el cuerpo. Gire a la izquierda al sentir la presencia de alguien y ahí estaba el. Viendo por arriba de mi hombro la hoja con nuestros nombres. Sonrió "mira Angela, nos tocó en el mismo equipo". No pude siquiera balbucear, una mueca torcida fue lo màs que mis labios se acercaron a una sonrisa al saber que Alberto sabía mi nombre. Voltee de nuevo al pizarrón mientras me repetia dentro de mi cabeza lo estupida que era y lo idiota que me había visto al nisiquiera poder contestar algo a su comentario.

Andrea llego, ese perfume era inconfundible, mientras

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